Hoy, al recorrer en clase la historia de Austria y Hungría, hicimos hincapié en la Revolución húngara de 1956, recordando que el escritor Tibor Dery fue condenado a prisión por oponerse al realismo socialista comunista.
El ajuste de cuentas,
lo escribe en 1961.
En 1956 tiene lugar la Revolución Húngara, este acontecimiento conmueve profundamente al escritor húngaro Sándor Márai, y escribe su poema
Ángel del cielo (el título del poema son las primeras palabras de la famosa canción que la gente canta cuando enciende las velas del árbol de Navidad). Este es el poema:
Ángel del cielo
(Mennyből az angyal)
Ángel del cielo, vé de prisa
a Budapest frío y tiznado.
Allí donde entre tanques rusos
las campanas se silenciaron.
Donde la Navidad no brilla,
ni hay dorado sobre los árboles.
Sólo hambre, hielo, escalofrío.
Dilo de modo que comprendan
en voz alta desde la noche:
el milagro anúnciales, Ángel.
Haz susurrar veloz tus alas,
vuela a prisa que ellos te esperan.
No les vayas a hablar del mundo
donde ahora hay velas prendidas,
tibias casas y mesas puestas,
cura y sermón de frases bellas,
papel crujiente de regalos,
palabras sabias, deseos buenos,
y en el árbol brillan centellas.
Háblales, Ángel, del milagro.
Diles del milagro del mundo:
el árbol de un pueblo que sufre
en la Noche de Paz ha ardido,
y ahora muchos se persignan,
lo miran las gentes del mundo,
unos comprenden y otros no,
les queda grande y cabecean,
rezan o miran espantados.
En el árbol no cuelgan dulces,
sino Hungría, Cristo de pueblos.
Y ante ella hay muchos que pasan:
el soldado que hirió su pecho,
el fariseo que la vendiera,
el que la negó las tres veces,
el que se ha lavado las manos,
el que al darla en treinta monedas
la humilló, la golpeó, la hiriera:
y comió de su cuerpo y sangre
muchos, lelos, paran a verla,
pero a hablar no se atreve nadie.
Tampoco ella habla ya ni acusa.
Como Cristo de la cruz mira.
Qué árbol de Navidad tan raro
que trajera el Ángel o el Diablo.
Y quienes se juegan su manto,
no saben lo que están haciendo,
sólo huelen, gimen, sospechan
el gran secreto de esta noche,
pues está en este extraño árbol
el pueblo húngaro colgado.
Y comenta el mundo el milagro,
los curas hablan de coraje,
un estadista da el responso.
El Santo Padre lo bendice.
Y los pueblos de toda especie
preguntan a qué todo esto.
¿Por qué no se ha acabado Hungría
cómo ellos lo demandaban?
¿Por qué se partió en dos el cielo,
cuando un pueblo dijo: Ya basta?
Tantos hay que no entienden esto.
¿Qué creció aquí como un océano?
¿Por qué tembló el orden del mundo?
Gritó un pueblo, y luego el silencio.
¿Qué pasó? se preguntan muchos.
¿Quién dio esta ley de sangre y huesos?
Y otros más preguntan, preguntan,
balbuceando pues no comprenden,
los que han sido sus herederos.
¿La libertad es tan preciosa?
Ángel del cielo, da la nueva:
siempre dará vida la sangre.
Ellos antes ya se encontraron
(El pastor, el asno y el Niño)
en las pajas, junto al pesebre,
al partir la vida a un viviente,
ellos cuidan hoy del Milagro,
montando guardia con su aliento:
arde una estrella, brota el alba.
Díselos todo, Ángel del cielo.
Sándor Márai, Nueva York, 1956
Fuente:
Cecilia Gianelli