El legado de Europa
Daniel Tubau
Hace poco se ha publicado un libro de Stefan Zweig llamado El legado de Europa. Es una colección de artículos diversos que escribió en los últimos años, algunos de ellos poco antes de suicidarse. Uno de los más emocionantes e interesantes es el que dedica a Montaigne.
Zweig recuerda la Europa en la que creció, el Imperio Austrohúngaro, y la recuerda con nostalgia.
El imperio del viejo emperador Francisco José era un paraíso comparado con lo que vino después: el comunismo, el fascismo, el franquismo y el nazismo (por orden de aparición). Pero entonces se consideraba que aquél mundo austrohúngaro era un vestigio del pasado, una decadencia blanda del esplendor pasado, que debía ser sustituida por las nuevas ideas. Y aquel mundo decadente fue sustituido por el infierno.
También se ha publicado hace poco La filial del Infierno, escrito por otro austrohúngaro, Joseph Roth, que era declaradamente monárquico (Zweig era más bien socialista y republicano). Esa sucursal del Infierno en la tierra era el régimen nazi, que acabó, aunque a distancia, con Roth y Zweig. Roth muerto en París, borracho y destrozado, Zweig, que se suicidó en Brasilia con su esposa, cuando Europa entera era ya una sucursal del infierno y no parecía existir esperanza de volver a aquella dulce decadencia.
Roth detectó el mal mucho antes que otros y en todas sus formas, a pesar de que, en su momento, se ganó muchas críticas por poner en el mismo plato de la balanza a nazis y a comunistas:
En igual medida en que estoy contra Hitler, estoy contra Stalin. hay poca diferencia entre el comunismo y el nacionalsocialismo; en el fondo son tan parecidos que se les confunde. Lenin es, por así decirlo, el abuelo; Mussolini el padre y Hitler el hijo de un único y mismo sistema. Este sistema es en el fondo impío
Todavía hoy en día hay muchos que creen que el fascismo surgió por generación espontánea, sin saber que es hijo directo del comunismo de Lenin. El propio Mussolini dudó si hacerse comunista tras su paso por el socialismo, mientras que Hitler también admiraba los métodos comunistas, a los que por otra parte odiaba de manera visceral.
Los tres sistemas (comunismo, fascismo y nazismo) defendían el uso de la violencia con fines políticos y la eliminación física del adversario, y los tres se hicieron con el poder dirigidos por una minoría mediante un golpe de Estado. Aplicaban ideas semejantes a las de Che Guevara, al que tantos todavía admiran, quien dirigió los fusilamientos de La cabaña y decía: “Las reglas del juego son una tontería: lo que importa es la voluntad y la fuerza”. Casi lo mismo que decía siempre Mussolini en sus discursos.
Traigo aquí estos temas porque El legado de Europa de Zweig y de La filial del infierno en la tierra de Roth fueron una señal de alerta que nadie escuchó en su momento, y porque creo que nadie parece darse cuenta de que la Europa actual, la llamada Europa de los 25 y algunos países más (por ejemplo Japón), es lo mejor que le ha sucedido a Europa y al mundo a lo largo de toda la historia, aunque casi nadie parece sentirse contento por ello. Un mundo donde no hay pena de muerte, donde hombres y mujeres son iguales (o van camino de serlo y ya lo son desde el punto de vista legal), donde se respetan cada vez más los derechos de los animales, donde cada uno puede hablar en la lengua que le dé la gana, donde hay seguridad social, donde los homosexuales no tienen que esconderse y donde pronto tendrán los mismos derechos que los heterosexuales. Un lugar en el que no hay guerra desde hace 50 años, que es algo que era impensable incluso en la época del decadente imperio austrohúngaro (hay que tener en cuenta que la reciente guerra de Yugoslavia tuvo lugar en un antiguo país comunista).
No consigo entender por qué la gente está desencantada. ¿Qué hace falta para que se encante? La mayoría habla como si esto fuera el infierno, como si fuese una Europa corrupta y podrida, sin advertir lo que tenemos y que, espero, no volvamos a perder para abrir de nuevo una verdadera sucursal del infierno en la tierra.
Fuente | El legado de Europa.
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